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Hoy les traigo una crepipasta que les hará miar, empecemos.
Había una vez un joven llamado Marcos que vivía solo en un pequeño apartamento en la ciudad. Trabajaba largas horas y, cuando llegaba a casa, lo único que quería era descansar. Una noche, después de un agotador día de trabajo, Marcos se dejó caer en su cama y apagó las luces. Justo cuando estaba a punto de quedarse dormido, escuchó un suave susurro en la oscuridad.
Al principio, pensó que era su imaginación jugándole una mala pasada, pero el susurro persistió. Sonaba como si alguien estuviera susurrando su nombre desde la esquina de su habitación. Marcos encendió la lámpara de noche y miró a su alrededor, pero no vio a nadie. Decidió que debía estar muy cansado y se volvió a acostar.
La noche siguiente, el susurro regresó, esta vez más fuerte y más claro. “Marcos… estoy aquí…” decía la voz. Sentía un escalofrío recorrer su columna vertebral mientras intentaba ignorarlo, pensando que era solo una mala broma de su mente agotada.
Sin embargo, el susurro continuó noche tras noche, haciéndose cada vez más insistente. Marcos comenzó a dormir con las luces encendidas, pero eso no detuvo la voz. Desesperado, decidió investigar el origen del susurro. Revisó cada rincón de su apartamento, pero no encontró nada fuera de lo común.
Una noche, decidido a acabar con el misterio, se quedó despierto en la oscuridad, esperando el susurro. Cuando la voz comenzó, Marcos se levantó de un salto y siguió el sonido hasta una pared en su dormitorio. Tocó la pared y sintió una extraña vibración. Con temor, empujó la pared, que cedió revelando un pequeño compartimiento secreto.
Dentro, encontró un antiguo diario cubierto de polvo. Al abrirlo, descubrió que pertenecía a un hombre que había vivido en ese apartamento hacía más de cincuenta años. Las últimas páginas del diario hablaban de una sombra que lo perseguía y cómo había intentado atraparla. La última entrada simplemente decía: “Ya está aquí”.
De repente, el susurro se convirtió en un grito ensordecedor. Marcos dio un paso atrás, tropezando y cayendo al suelo. La sombra de una figura alta y delgada emergió del compartimiento, sus ojos brillaban con un rojo infernal. La figura se acercó lentamente, mientras Marcos intentaba arrastrarse lejos, paralizado por el terror.
La sombra se inclinó sobre él y susurró con una voz que sonaba como un millar de cuchillos rasgando metal: “Ahora, tú también me perteneces.”
"Sembrando el caos desde 2009"
"¿Crees que puedes desafiarme? ¡Prepárate para el fin de los tiempos!"
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